Los veranos en La Mancha son duros y estos días de Agosto lo estamos comprobando. Temperaturas de 38ºC durante el día que apenas bajan de los 20ºC durante la noche, días de viento que traen un aire seco ardiente del sur, el sol en todo lo alto que más que iluminar calienta el paisaje amarillento manchego donde únicamente las vides, las pequeñas huertas y los pequeños núcleos de arboles son el único referente verde entre toda la vegetación primaveral seca que ha sucumbido a los calores estivales.
Con estos antecedentes sofocantes nos ponemos en marcha.
En el capitulo anterior, hemos visto la necesidad de regeneración del paisaje manchego fruto de la fuerte degradación en sus construcciones populares del medio rural. Esta degradación la encontramos de manera variopinta, afrontando en este post una de las mas caóticas, las restauraciones/reparaciones en construcciones populares ya existentes.
Cabe destacar que muchas de estas reparaciones se hacen con la buena intención y desconocimiento del que piensa "lo nuevo es mejor", "me sale mas barato", "esto en un fin de semana lo hago", "de cemento y así no lo tengo que andar blanqueando todos los años".
En estos casos existe un choque de frente entre nuevos materiales de construcción (cemento, chapa galvanizada, puertas de chapa, viguetas de hormigón...) y la funcionalidad, en este caso de la quintería.
Pocas quinterías o casillas de campo actuales guardan su funcionalidad original de dar cobijo a gañanes y agricultores de las inclemencias veraniegas e invernales. Nuevos y variopintos usos se imponen: almacén, trastero, garaje..., en resumen, la escasa necesidad de permanecer en una de estas casillas más de un día han hecho posible cambiar unos materiales por otros sin percatarnos que cambiamos el mecanismo imperceptible e inmutable en el tiempo de la casilla.
Todavía me sorprende cuando ante estos casos siempre tengo que escuchar "los veranos de ahora son peores, ni en las casillas se esta fresco" - "con lo fresquito que estaba antes en las casillas" - "ni regando la casilla se levanta fresco"
Imaginemos un empedrado rejuntado con mortero de cal oculto por una solera de hormigón. O una pared encalada frente a una pared enfoscada de cemento gris. Sin duda el cemento debido al color oscuro y su carácter impermeable absorbe toda la radiación solar sin que el terreno ni muro puedan respirar. Todo el calor es absorbido por los centímetros de cemento. Sobra aclarar el calor que absorbe y radia una chapa galvanizada sin aislamiento de ningún tipo.
Ante este hecho la costumbre general y tradicional es de regar el solado para refrescar el ambiente. Tradicionalmente ha funcionado pero en las soleras de hormigón es común escuchar un psssssssssssssssshhhhhh y el agua caliente al instante, creando un ambiente de bochorno hasta que se evapora.
Ante este hecho la costumbre general y tradicional es de regar el solado para refrescar el ambiente. Tradicionalmente ha funcionado pero en las soleras de hormigón es común escuchar un psssssssssssssssshhhhhh y el agua caliente al instante, creando un ambiente de bochorno hasta que se evapora.
Hemos reducido la quinteria a la mínima expresión con la eliminación de manera progresiva del arbolado, noria, alberca; elementos tradicionales que conformaban el conjunto de la huerta manchega y que creaban un microclima en mitad del sofocante verano.
Observando la casilla de la foto no creo que me gustase pasar una siesta en sus entrañas, es sofocante con tan solo imaginar que la foto está tomada a las 6 de la tarde.
Quintería, Daimiel - Agosto de 2.013
(Omito las coordenadas ya que pretende ser una crítica constructiva general, sin particularizar en ningún caso en concreto)
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